Es una gran pregunta, que debo confesar que incluso yo mismo me hago casi a diario. En términos generales, podría decir que soy un artista multidisciplinar pero ante todo un ser humano que, un día azaroso tuvo contacto con la diversidad y a partir de ahí mi vida cambió. De naturaleza inquieta y siempre haciéndome preguntas sobre todos aquellos aspectos que conforman mi realidad, puedo decir que ese día mi vida cambió puesto que numerosas preguntas que surgían en mí fueron respondidas cuando pude observar de primera mano aquello que intuitivamente siempre había sentido, pero que debido a mi contexto personal, social y educativo, nunca me había podido parar a experimentar: la danza es un arte alejado únicamente de la simple representación escénicas a través de cuerpos "estándar" bajo cánones estilistas heredados de una tradición casi impuesta, la danza es vida y como tal, en la vida la diversidad y la diferencia existe y es necesario que la misma permita a cada ser humano construir su propio mundo y su propio concepto.

Gracias a este cambio, comencé a adentrarme en el arte inclusivo de manera experimental y debo decir, casi autodidactica, en el mundo de la pedagogía, la creación y la investigación mientras un nuevo mar de dudas, a las cuales incluso tras realizar una tesis doctoral, no puedo dar respuesta. Sin embargo, algunas respuestas sí me han permitido construir  bases ideológicas que hoy en día me llevan a tener una visión y actitud reivindicativa sobre la importancia de la diferencia en nuestra sociedad y, sobre todo, la necesidad de desdibujar los estigmas tan marcados en ciertos colectivos mediante  nuestras acciones personales y profesionales, permitiendo posibilidades de expresión a todas aquellas personas que, históricamente, han sufrido una marginación y cambiar paulatinamente los sistemas de comprensión sociales y sobre todo, institucionales, para conseguir de una vez que a todos y todas podamos vivir de una manera plena y libre.